Crisis, Dirección, Economía, Innovación, Nuevo modelo económico, Objetivos, Productividad comercial, Sistemas de distribución, Sociedad, Ventas

Siempre es mejor tener el 20% de algo que el 100% de nada. ¡Ganemos dimensión!

La competencia siempre es dura, es un juego suma cero, lo que se lleva uno lo pierde el otro. Los competidores siempre han sido hostiles, no hay tregua ni cuartelillo. Se lucha cuerpo a cuerpo y cuando acaba la batalla, hay una querencia a comprenderse y respetarse. Somos de la misma tribu, hay que competir en local y co-competir en global. En los últimos tiempos, en los que la competencia se ha recrudecido, se ha abierto una vía de colaboración, entendiendo que se puede competir colaborando, aunque parezca una contradicción. Se ha abierto un tiempo de acuerdos para alcanzar dimensión, se ha comprendido que el verdadero competidor no está cerca, está agazapado en sus grandes números para sorprender no para competir. Este tipo de competidores son los que llamamos hostiles, por su forma de lucha comercial. El problema es que no se reconocen fácilmente, no son como esas empresas que ves que se instalan en tu ciudad, que notas la presencia de sus fuerzas de venta, que conoces sus ofertas. Llegan -de repente- para sacarte del mercado de un golpe, de ahí su nombre… ;-). El análisis competitivo es la solución, con la inteligencia competitiva como herramienta. Sin estos observatorios, los corsarios avanzan en la niebla y cuando los avistas ya no tienes nada que hacer. Esta función estratégica nos abriría los ojos a una clamorosa necesidad, la de ganar dimensión.

En la actualidad -en mi opinión- hay excesiva oferta minifundista en los mercados productos y servicios de empresa a empresa, faltan movimientos de fusión en pos de alcanzar dimensión. Ocurre en toda España, pero en la Comunidad Valenciana especialmente, la estructura de la propiedad de la tierra nos tiene organizados así la mente empresaria, que tiene ventajas para muchas cosas, pero no para ser competitivos al nivel que se exigen en nuestros días. Siempre que directa o indirectamente me he visto involucrado en algún proceso de fusión, me he encontrado con el mismo problema ¿quién es el que figura como líder? Triste dilema si no existe uno natural. La competencia que se avecina nos pide generosidad, aletargamiento de los egos. Nuestro gran problema es la dimensión de las empresas, esta no es una opinión mía sólo, es una causa verdadera estudiada frecuentemente y a la que no se encuentra solución sencilla. Excesivo orgullo agrario, demasiado amor a la tierra (creanme que me cuesta escribir esto…), profesionalidad aplicada al cultivo con gusto de la huerta.

La competencia global se acercará sigilosamente a competir y si no lo hace, será peor para nosotros, puesto que significará que no tenemos un mercado a contemplar. Abramos los ojos y comprendamos que si unimos esfuerzos competiremos mejor, que siempre es mejor tener el 20% de algo que el 100% de nada.

 

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