Siempre lo he pensado. El cambio sólo llega debido a la visión de unos pocos y a la fuerza para el resto. No debía ser así, pero la realidad es tozuda y sin remedio. Por mucho que se insista a favor del cambio, por muchas conferencias que recomienden el cambio a las que se asista, por muchos libros que se publiquen explicando cómo será el cambio, éste no se produce hasta que un evento disruptivo, un cataclismo social, algo que te mueve del statu quo sin rechistar, sucede. Probablemente intuimos que debemos cambiar, pero como gregarios que somos queremos hacerlo en conjunto (ya se sabe, aquello de «mal de muchos…» siempre ayuda a decidirse y a lo contrario).
En otros siglos, los hechos disruptores se produjeron a cuenta gotas y casi siempre ligados a eventos bélicos, en la actualidad van vestidos de situaciones de los mercados financieros, crisis de liquidez (esto lo dicen los que tienen la maquinita de imprimir billetes y/o la capacidad de realizar anotaciones en cuenta de divisas, que es lo mismo), crisis económicas, desempleo, en fin, todo lo que la Tª de la Información dicta para crear un estado de opinión general y poder hacer lo que se quiera. Me contó hace años un recaudador de impuestos (arbitrios) que los propietarios protestaban las imputación de ciertas propiedades y las tasas, pero cuando se informatizaron, le daban la vuelta a la pantalla y cuando el afectado se veía en la pantalla se echaba mano a la cartera sin protestar, como si hubiese sido pillado por el Gran Hermano. Ahora pasa lo mismo, la crisis es causa inexorable de todo, de lo bueno y de lo malo.
Siempre he sido defensor del libre mercado, me ha parecido el sistema más natural. Otros sistemas -más asistidos- no han funcionado mejor. El problema del mercado es que muchos (que teóricamente, también lo defienden) lo asisten, lo manejan para su propio beneficio, haciendo lo contrario de lo que predican. Estos interesados son los que han provocado esta situación, seguramente como la última oportunidad que tenían de llenarse los bolsillos antes del advenimiento de otra economía/sociedad más sensible a estos temas y ante la rebaja del perjuicio a la Gaia y su consiguiente parón de la economía consumista. El mercado es un buen regulador si lo dejas tranquilo, sin intervenciones ni pillerías. Aunque tiene un problema, no es rápido ajustando, así que siempre tiene un periodo en el que todos los pasamos mal y que me temo es en el que nos encontramos. Esta situación nos va a permitir cambiar, intentemos gobernar este proceso para que sea por el camino recto.
Las nuevas posibilidades son motivantes, la forma de trabajo atrayente (con el retraso que he mencionado más arriba), en cualquier caso, las empresas y profesionales debemos participar, es un cambio, ya nada puede llegar del cielo. Lo que venga debe ser fruto del Crowdsourcing. Abracemos el cambio para acelerar al mercado a impartir justicia económica (de la otra, tampoco estaría mal) y cambiar lo heredado de otro siglo.