Nos han dado cantidades ingentes de dinero. Hemos construido infraestructuras, pero no todas las que se necesitaban ni del tipo requerido ni donde era más conveniente. La auténtica realidad es que no entendimos que era un dinero para añadir valor a nuestra economía. Hemos actuado como los nuevos ricos, nos lo hemos gastado en tonterías: para ganar elecciones, en ganar visibilidad de marca sin una oferta turística de valor, en las empresas que cambiaron de sector porque sabían lo que venía, en clubs de futbol universales como engaño de masas, en teatros sin espectadores y un largo etcétera.
El objetivo debería haber sido otro. No construir teatros, sino escuelas de actores. Las empresas han cambiado sus fachadas y los coches de compañías, pero su estructura del desarrollismo de los sesenta permanece intacta. Ni siquiera la formación de las últimas generaciones es la adecuada, es absolutamente falso lo de que tenemos la generación mejor formada de la historia. Lo dicen los profesores, los que están en contacto directamente con los estudiantes. Ni siquiera aquí hemos utilizado bien el dinero. Nos hemos convertido en comodones acostumbrados al dinero fácil, sin meritocracia, con gabinetes de prensa que te ponen de listo.
Qué gran oportunidad hemos perdido. Todavía recuerdo a Alfonso Guerra comentando que en “20 años a España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Se equivocó, es un país plenamente reconocible y a la madre que lo parió también. Hemos malgastado el dinero, seguimos siendo una economía de mano de obra intensiva. En lo único que hemos sido innovadores es en establecer nuevas formas para repartirse entre cuatro miles de millones de euros.
La situación actual es tensa para todos, cuantas más incomodidades produzca más rápido nos llevará al reconocimiento del mérito y del valor. La gente ya no aguanta tanta tontería ni a tanto tonto.
No quiero ser tan pesimista en el análisis aunque lo comparto en buena medida. No se aprovecharon las oportunidades pero quizás la zanja en la que estamos ahora sea consecuencia de haber ido demasiado deprisa en algunas cosas, sin haber dado tiempo a que cambiara el tradicional «software ibérico». El precio de los solares subió demasiado deprisa y no hubo ni interés general ni condiciones adecuadas para que subiera también la apreciación y la valoración del conocimiento y del talento. Espero que no se vaya todo fuera y quede algo para recuperarnos. Y que los temores que manifestó el otro día Jose Vte González acerca de que sus nietos solo pudieran trabajar de camarero o empleado de parque temático, no se acaben realizando.
Me gustaMe gusta
Bueno, hay realidades que no son discutibles: ha entrado mucho fondo, se ha creado mucha infraestructura basada en obra civil, pero sigue habiendo mucho más paro que en Grecia, Portugal y del resto de Europa. No recuerdo ninguna estructura creada con visión de futuro, ni siquiera las renovables tenían un objetivo de futuro, sólo financiero (de llevárselo, quiero decir). En España sobran trabajadores, en concreto 3 ó 4 millones de personas y la única forma de colocar a esos trabajadores es marchándose a otros países más avanzados y orientados al valor añadido.
La construcción tuvo su momento, pero hace mucho que entramos en Europa. Las grandes empresas se movieron para ser receptores de esos fondos y no la industria que ha desaparecido.J.V. Gonzalez tiene razón, siempre que le leo o escucho me parece un hombre bastante coherente, pero «a buenas horas mangas verdes…»
Puede que deje un poso pesimista, pero es como lo veo y todas mis previsiones se van cumpliendo, desgraciadamente. En una conferencia del profesor Barea le escuché como comentó que el sistema de pensiones español es imposible de mantener (sería por 1997, creo recordar), durante los años del ladrillo se autoengañaron, pero ahora vuelve a quedar al descubierto.
Según un amigo que está bien informado, el capital voelverá con la misma velocidad -o más- que se ha ido, pero será cuando haya oportunidad de ganar dinero y eso implica volver a más mano de obra intensiva y barata (como está pasando en el textil). Las matemáticas no engañan, como el algodón…Nosotros recogemos la aceituna y los italianos venden el aceite. Eso sí, tenemos sol para dar y tomar.
Saludos,
Rafa
Me gustaMe gusta