Hoy en día se está dando este fenómeno de la vida. La dinámica laboral tiene sus cosas. Unas veces por la cantidad de gente que está emigrando a otros países para trabajar y en otras ocasiones por otros que sienten sin rumbo en sus trabajos actuales. Ambas situaciones obligan a plantearse que es lo que uno quiere, de dónde es uno y a qué y a quién debemos lealtad.
Los nacionalismos mal entendidos por excesivo apego a la tierra y la permanencia en trabajos que no nos gustan -pero que nos remuneran adecuadamente- están tocando a su fin. Son fenómenos del siglo XX que sólo nos han traído guerras y situaciones de estrés y depresiones nerviosas por estar haciendo algo que no nos gusta durante muchos años.
Ha llegado el momento de la verdad. Una dura decisión que no respeta a nada ni a nadie y que requiere mucha valentía. A cambio, nos aporta la fuerza del reconocimiento de qué lugar es el mejor para vivir (aunque el sol no brille como en tu tierra) y/o la de estar haciendo lo que queremos -al menos- en una buena parte del día. Soy plenamente consciente de la dificultad idiomática generalizada, pero ya no es por nosotros, es más que nada por nuestros hijos. Cada día hay nuevas empresas y profesionales que deciden llevar sus recursos allá donde más los pueden rentabilizar (por cierto, eso es ser emprendedor)
Los jóvenes lo tienen más claro que los de otras generaciones anteriores, aunque todavía lo tienen que poner en práctica en la mayoría de los casos.
Las costumbres de los países nórdicos son mucho más operativas -profesionalmente hablando- que los del sur. A los países más avanzados, aquellos que son más serios que nosotros y donde lo predecible reina, también les recordaría -por si es en este mundo donde están todos los mundos- el eslogan publicitario de Cruzcampo, que tiene diferentes visiones y aplicaciones al post: «A veces necesitamos un poco de Sur para no perder el Norte…»
1 comentario en “Para saber a qué lugar perteneces, tienes que alejarte. Nuevos países, nuevos trabajos”