Escuchando el otro día una ponencia del economista Rafael Fernández, directivo experimentado en empresas de primer nivel de nuestro entorno, decía que estamos demasiado orientados a los negocios y muy poco a las empresas. Tenía toda la razón, ambos espíritus son necesarios, pero sólo las empresas permanecen. Los negocios tienen una ventana de oportunidad corta y cuando se acaban crean un problema a la sociedad, no hay que mirar lo que nos ha pasado recientemente. Las empresas se cimientan y tienen una visión de futuro y eso ayuda a su entorno creando una vinculación del tipo tú me ayudas, yo te ayudo.
El 90% de los emprendimientos son del primer tipo, tienen un negocio a la vista. De hecho, a algunos reconocidos emprendedores recurrentes se les asigna el mérito de haber vendido varias veces sus proyectos empresariales. Es totalmente lícito y ético, es una de las posibles salidas del proyecto, pero eso no es una empresa, eso no crea -normalmente- riqueza en la sociedad en la que están inmersos, sólo los emprendedores y los que invirtieron en el inicio obtienen réditos. Yo prefiero que sean los beneficios los que remuneren a los inversores año a año.
Tal vez este sea un nuevo formato al que adaptarse, no lo descarto. Hemos comentado muchas veces que las oportunidades de negocio serán muy estrechas y que la innovación será la que estará siempre creando novedades en las que el output sea superior al input. Es cierto, pero a mí me gustan las empresas que permanecen en el mercado, las que se reinventan en el tiempo, las que se debe estar orgulloso de haber colaborado a crear desde cualquier parte del organigrama.
Cuando veo un bar o restaurante que se promociona dando un excelente servicio y producto a los Clientes a un buen precio y al cabo del tiempo veo que se traspasa como forma de rentabilizar la inversión me apena, puesto que si crear Clientela fue una estrategia para el traspaso hemos perdido todos: el que compra porque perderá al poco tiempo a los Clientes, los que vamos a comer allí porque dejaremos de ir a un buen sitio a precios razonables y los que traspasan porque nunca tendrán un restaurante que se recuerde lo bien que se comía. Siempre se ha criticado a los empresarios paternalistas, pero ahora nos damos cuenta que -si tienen que hacer un ERE- les cuesta la salud, a otros no tanto. Lo tengo claro ¡Creo que soy un romántico del mercado!
Podría ser comparable al dilema entre corto y largo plazo, que tanto daño nos ha hecho a todos al preferir quemar la madera que recolectar la fruta de los árboles, cuando todo al ahorro se volcaba en la especulación y el beneficio rápido y contante en vez de la inversión sólida y contínua.
Una tesis esta de empresa y no negocio que me ha gustado.
Como el artículo, que me ha gustado más.
Un saludo,
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Supongo Antonio que tiene que ver con la expectativa del retorno del esfuerzo, ahora se quiere que sea rápido, no se puede esperar a la maduración natural. Esfuerzo y recompensa tiene que ser aquí y ahora. Mala ecuación para la vida social.
Saludos,
R.
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