El comportamiento humano es ilógico en muchísimas ocasiones. Cuando vemos que vamos por un camino inadecuado, lo inteligente sería tomar acción para cambiar de rumbo, pero no, no lo hacemos así. Preferimos esperar a que los acontecimientos sucedan y lleguemos al desastre o que nos resuelvan el problema irremediablemente, bien porque llega realmente una solución, bien porque llegados a una situación límite hay una reacción general sin que tengamos que tomar decisiones personales sino colectivas.
Esta predecibilidad humana está muy probada, incluso han habido programas de TV que se han basado en ellas mediante cuestiones a concursantes que reaccionaban de la forma prevista. Hay ejemplos muy claros. Es el caso del tren de mercancías que circula sin conductor y a gran velocidad que puede ser desviado a una vía muerta de una pequeña estación causando la muerte a unos pocas personas que están trabajando en la propia vía y a los que no se puede llegar a tiempo de avisarles o, se le deja continuar hacia la estación término – a cinco kilómetros- donde el impacto y sus consecuencias puede causar un gran número de muertos. la decisión de este juego es siempre la misma: lo dejamos pasar eludiendo el mal menor y dejando que llegue el desastre mayor. Es como si esperar el maná fuese una solución. De hecho, hacemos lo mismo en la venta de acciones que han bajado un 15%. En lugar de venderlas y acotar la pérdida, preferimos esperar con la esperanza de que vuelvan a subir y finalmente acabas perdiendo todo su valor y todo ello por no querer tomar una decisión que nos haga responsables de lo que pase.
En el ámbito comercial y empresarial hacemos lo mismo. Estamos viendo que no vamos por buen camino, que necesitamos una solución a la situación, que todo lo que nos pasa no es debido a la crisis, que lo único que ha hecho ésta es sacar nuestros problemas a relucir. Sin embargo, no hacemos nada por cambiar.
En buena parte de los casos ya no se trata de reformas sino de cambio radical. La formación no ayuda si no estás en el sistema adecuado, no se trata de hacerlo mejor sino diferente. Esta es la clave de este momento. Buena parte de los canales de distribución requieren cambios importantes, tanto los directos como los indirectos.
¿Cómo sería recorrer ese camino del cambio? Desde luego el primer paso sería sentarse a pensar y vislumbrar qué alternativas hay y cómo conseguirlas. No lo tome como una obviedad y realice una reunión con todos los responsables de la empresa (de la función comercial, financiera, producción si la hay, etc.) y analicen cómo tiene planteado llegar al mercado en este momento, cuáles son los problemas y qué alternativas podrían existir.
Si los resultado de esa reunión no le convencen o el «salvador» de turno ha arengado con más acción y mayor compromiso, llame a alguien de fuera o a varios, para introducir una dinámica nueva, otra visión de la situación. En muchas ocasiones, la opinática interna está obsoleta y muy comprometida con su propia permanencia. Introduzca un elemento desestabilizador para ver las reacciones y conocer nuevas opiniones sin herencia.
Buena reflexión. Y buen sentido de la intriga.
En Amazing stories (serie de TV y película de Spielberg) aparece un pequeño gag en que dos bromisas en un automóvil se dan sustos mutuamente, el conductor asusta al acompañante apagando las luces mientras circulan de noche por una carretera. El hecho choca porque a nadie (alguna excepción, pero pocas) se le ocurriría circular de noche por una carretara no iluminada sin encender los faros. Es algo escalofriante.
Y sin embargo muchas empresas actúan con poca o nula planificación ni prospectiva, sin encender las luces. Por molicie o por esa ilógica forma de actuar humana que comentas al pensar que algo pasará en el último instante.
Ver la estrella de 3 puntas al final del capó puede dar confianza pero si no vemos más allá deberíamos preocuparnos seriamente.
Si además tenemos oxidado por falta de uso el hábito del cambio y la adaptación, es cosa del 112 o alguna estampita.
Saludos,
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Recuerdo la escena de la película, buena reflexión.
Cabe añadir a estas reflexiones que en mi opinión se reduce al «Miedo al fracaso». Un miedo al fracaso personal que se antepone a los beneficios de la empresa ya que se pierde la visión global por una individual. Es mas fácil de justificar una mala decidíón cuando prácticamente no hay opciones o salidas que cuando la tomaste sin presión y por ser perspicaz y creativo.
Los directivos deben atreverse a asumir riesgos. Mas vale haber tomado una decisión poco acertada que ya no poder tomar ninguna. Ser audaces ya que todas las decisiones que se tomen de forma «sorpresa» tendrán consecuencias «sorprendentes» ya que una acción provoca reacciones diferentes y abre nuevos caminos al igual que cierra otros. Una mala decisión incluso no tiene porque no transformarse en un gran éxito y traducirse en grandes beneficios.
Como en tiempos de crisis hay que tener mucha imaginación mas que explotar lo conocido y esto escasea en la mayoría de directivos hay que promover en las empresas crear equipos de trabajo incorporando personas que no piensen igual ante una misma situación, integrar personas de distintas edades, áreas y pensamientos y no me refiero a los jefes y directivos de cada área sino a una diversidad de perfiles.
«Los únicos directivos que fracasan hoy en día son los que tienen miedo al fracaso»
Saludos,
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Sonia, estoy de acuerdo contigo, por eso comentaba que hay mucho de comportamiento humano en esta conducta directiva. En el fútbol -valga el símil- pasa lo mismo. Los árbitros -ante la duda- prefieren pitar un posible fuera de juego que dejar que siga el juego, puesto que si cortan el juego no hay gol y si lo dejan seguir temen al «qué dirán» sobre un gol ilegal.
Gracias por tu interesante comentario y saludos,
Rafael
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Hola Rafa, hola Sonia, gracias por compartir estos interesantes puntos de vista, estoy de acuerdo con la máxima de Sonia , “Los únicos directivos que fracasan hoy en día son los que tienen miedo al fracaso” , pero también creo que sería conveniente considerar que hay mucho directivo-gerente sin visión, sin iniciativas que esta atrincherado en su posición de poder donde le es más cómodo no hacer nada y esperar a ver que pasa, de esta forma nunca se equivoca.
Hoy en día, con todos los recursos disponibles a nuestro alcance, casi parece imposible no poder preceder el desastre, la quiebra o el estrangulamiento económico-financiero de las empresas, y sin embargo esta pasando día a día.
Un saludo.
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u700001, el número de profesionales que llegan puestos de alta responsabilidad sin la preparación suficiente es muy alto y luego no se sienten seguros para tomar decisiones. El continuismo es su política, pero ahora no vale esa estrategia porque estamos en una época de cambio. Formación y experiencia es un tandem que no suele ir junto y no me refiero a estar muchos años en un puesto ni a tener una carrera universitaria necesariamente, sino al continuo que enriquece dichas variables a lo largo de los años: experiencias retantes y formación/autoformación de verdadera calidad. Esas son las causas del miedo al fracaso.
Saludos y gracias por comentar,
Rafael
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