Si nos fijamos bien, todos o casi todos los negocios actuales basados en Internet tienen como negocio nuclear real -algunas veces de forma declarada y otras como opción no confesada- el manejo de la información de sus usuarios. No importa que se sea una empresa que haya lanzado una red social, un sistema de mensajería por Internet gobernado por mecanismos móviles o alguien que tenía el sueño de poner WiFi gratis por todas las ciudades importantes, lo que está detrás son los datos y/o su análisis.
En alguna ocasión ya he comentado pros y cons, puesto que si es indiscutible el valor de la información que se puede elaborar a nivel grupal o del universo estudiado, es mucho más difícil sacar conclusiones muestrales y menos individuales. Aquello que creen muchos de poder saber por qué compra un individuo determinado es muy complicado, siempre que estamos hablando de datos no objetivos, puesto que está totalmente claro que el homo economicus no existe ni siquiera nada que se le parezca y cuando estamos hablando de bases emocionales y del estado de animo sacar patrones es muy arriesgado.
No hay estadístico, econometra ni freaky del Big Data que me demuestre lo contrario. Sin duda, a nivel agregado o cuando se basa en datos objetivos (ADN, niveles de colesterol, etc.) sí que tiene una gran utilidad, pero si la variable estudiada son las compras que ha realizado una persona, las variables explicativas esconden una carga de profundidad con grandes sorpresas que llevan al equivoco al analista. No voy a negar que cuantas mas variables se manejen y mas periodos se acumulen mi comportamiento irá regresando a la media.
Cuando nuestro sistema incluye el análisis de la información para la toma de decisiones en los procesos que incluye, estamos incorporando una gran ventaja competitiva que permite la optimización de la función, ya sea de producción, de Marketing, de RRHH o de cualquier otra área funcional de la empresa.
Nuestros competidores que tienen que tomar decisiones basadas en opiniones o en las estrellas y no sobre datos están en clara desventaja. Nosotros vamos como dopados por los datos, eliminando un gran cantidad de incertidumbre y con una ventaja leal, puesto que todos podemos utilizar ese «dopaje». El resto compite con un viejo coche cercano al de Pedro Picapiedra, teniendo que suponer en exceso cuando la información nos ilumina el camino y no deja las decisiones absolutamente estratégicas, pero no las de operación que es en las que estamos enfrascados todos los días.