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La Ley de Zipf, cada vez con más implantación en los mercados

Aunque se formuló para describir la distribución de frecuencias del uso de las palabras en los diferentes idiomas, desde hace algún tiempo se aplica a las cuotas de mercado de las marcas en los mercados globales, también a las nacionales incluso en las locales. En definitiva, la Ley de Zipf dice que sigue la fórmula y= 1/yn, es decir, la segunda marca es la mitad de la primera, la tercera es un tercio de la primera, la cuarta es un cuarto de la primera etcétera. En definitiva, las cuatro primeras representan el 80%. Podríamos decir que -en cierto modo- es una radicalización de la estructura de Vilfredo Pareto, que es también una clara ley de potencias, al igual que la distribución Long Tail de Chris Anderson y -en general- las distribuciones de Lévy.

Cada vez más, son cuatro las empresas que copan casi todo el mercado. Desgraciadamente es fácil de comprobar y no hay que percibir que hay muchas marcas en algunos sectores porque ciertas corporaciones tienen alrededor de 150 empresas y todas son marcas conocidas. En los centros de las ciudades y -generalmente- alrededor de las tiendas céntricas de El Corte Inglés hay muchas compañías de confección que pertenecen a la misma empresa  y unas cuentas más que pertenecen a tres corporaciones. En la cosmética pasa exactamente lo mismo, pocas empresas se reparten el mercado, destacando L’Oréal que posee 500 primeras marcas.

Decía que esto sucede desgraciadamente porque esa concentración de oferta no es buena. La Ley Untitrust apareció por eso, intentando evitar monopolios u oligopolios. No digo que no sea bueno que hayan grandes compañías, no digo eso, el problema es cuando hay sólo cuatro que se reparten el mercado y las siguientes están a años luz.

Esta concentración debería hacernos pensar en sus consecuencias últimas porque irá a más. Si se tiene en cuenta a líderes como Amazon que pueden comercializar productos y servicios de otros en un marketplace, puede convertirse en «el mercado único global». Los gobiernos se toparan con proveedores globalizados y con estructuras tales que pueden plantearles negociaciones tirantes sobre de quién es el país. Mi parecer es que habrá que negociar con ellos a qué precio se les asigna la «concesión» de la venta de casi todo (esto es exagerado hoy, pero quién sabe si mañana no lo será).

Cuando compras a una empresa asiática y ves el valor que ponen en el envío respecto a lo que tú has pagado, te das cuenta que la nueva economía mundial requiere reformas importantes a nivel internacional o sólo los locales pagarán impuestos y otros van a venbdernos de todo sin pagarlos.

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