Habitualmente, las empresas marcan un objetivo de ventas que viene establecido en los presupuestos económico – financieros, los que se traducen en una cifra de ventas asignada al departamento comercial. He visto empresas en las que el director comercial interviene en el proceso presupuestario y otras en las que no, todo depende de la consideración y perfil que en cada caso tienen el responsable de la comercialización. Huelga decir, que siempre debería intervenir y que debería hacerlo valiéndose de la la información y de una serie de parámetros económico-financieros y también de mercado.
Bien, de una forma u otra, la cifra de ventas a lograr está fijada para el año y se revisará periódicamente respecto al progreso en las ventas, pero eso no es suficiente puesto que hay bastantes hechos a lo largo del año que la modifican y que obliga a recomponerla sobre todo cuando queda por debajo del mínimo para alcanzar beneficios. hasta ahora, el director financiero, cuando observa que la cifra de ventas no va a ser conseguida, obra en consecuencia recortando el resto de factores que afectan, ya saben, se acabaron ciertos gastos. No hay más remedio. Yo planteo otro formato que anula al anterior, pero que a mi juicio tiene más lógica: con frecuencia cuando se producen hechos que no permiten llegar a la cifra de ventas, se recortan gastos, pero -siendo más proactivos- se debería poner remedio anteriormente, es decir, cuando se aplica un descuento o se propone un aumento de gasto se actualiza la nueva cifra de ventas y se decide acometerlo o no a la vista del nuevo objetivo. Cada día se producen hechos que alteran la cifra de ventas necesaria, pero se hace caso omiso y eso no es un buen hábito. Las magnitudes que se ven afectadas diariamente y que obligan a actualizaciones en la cifra de venta marcada, son modificaciones en los costes y/o en el precio. Les suena, ¿verdad? Diariamente se conceden descuentos o hay alteraciones de los gastos planificados, no sería mala cosa que los inductores de esos cambios supieran las consecuencias de sus acciones.
Para completar el argumento, hay que decir que también pasa o puede pasar lo contrario, que se aumenten los precios o que se reduzcan los costes previstos, pero eso está empezando a ser considerado rara avis.
La gestión debe ser diaria y si me lo permiten me gustaría decir que de cada minuto, esa asincronía es la que nos ha llevado a muchas malas prácticas. Cada minuto cambia la cifra de ventas a conseguir en el año, al igual que la del mes o la del día. Como si estuviéramos trabajando en un call centre tecnológicamente avanzado que nos marca la situación en las pantallas que todos pueden ver desde su puesto de trabajo, para ajustarse a los resultados esperados.