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Los cursos formativos que son un happening, luego no se aplican por los asistentes

Comentaba con mi compañero del COEV Antonio Alonso que muchos de los cursos actuales están orientados a que sean una experiencia agradable para los asistentes que sólo quieren pasar un buen rato y algo que contar. Todos los que impartimos cursos lo sabemos, aunque alguno no se ha enterado y sigue impartiendo contenido aburrido. Ahora hay que crear experiencias emocionales, pero hay que diferenciarlos de un show porque una cosa es el entretenimiento y otra la formación.

El componente más utilizado es plantear contenido en el que los asistentes se sientan reflejados, aunque sea una cuestión simple y así emitan un: «¡Es verdad! A mí me pasa». Esa técnica nunca falla puesto que es como si el instructor hubiese leído la mente del alumno como si se tratara de un mentalista.

No hay ninguna duda de que todos los que impartimos cursos hemos considerado siempre la atención del alumno como una cuestión clave, es más, debía ser una experiencia agradable para ellos, pero ahora el contenido queda supeditado a que las sesiones sean un happening que dicen los anglosajones y se escuchan muchas tonterías.

Mi visión de un curso es que se debe transferir una serie de conocimientos en un entorno agradable que posibilite la interacción y la compartición de experiencia. De hecho, yo siempre preguntaría -además de quién lo imparte- quiénes serán los asistentes, porque eso configurará la calidad del curso.

Me sorprende ver una sesión formativa que comienza al son de una batucada en la que todos cantan como posesos, para que luego lleguen los mensajes: «¡Confía en ti mismo, esa es la clave!», con lo que se consigue el mismo efecto de bailar en una discoteca con un gin&tonic en la mano, pero cuando llegue el lunes estarás en la misma situación de partida y con los mismos conocimientos.

En fin, los contenidos están cediendo frente al entretenimiento. Otra cosa que he observado en las dos últimas conferencias -impartidas por speakers famosos- que he asistido, son los gritos que dan como con Sensurround. Gritos pelados para despertar a los corazones que -por lo que se ve- con su palabra no han conseguido. Estamos en manos del show y el optimismo artificial.

Escuché en la radio a alguien que decía que los adultos nos hemos convertido en adolescentes y eso, sumado al número de adolescentes que no puede pasar a la siguiente etapa de su vida por la falta de oportunidades profesionales, está convirtiendo a esta sociedad en un auténtico jardín de infancia.

Son los tiempos líquidos y el problema es que el péndulo tiene la costumbre de ir para luego venir. No quiero ni imaginar cuál es el otro extremo del recorrido pendular porque creo que tampoco me va a gustar.

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2 comentarios en “Los cursos formativos que son un happening, luego no se aplican por los asistentes”

  1. Coincido totalmente con lo que escribes, Rafa. Una de las primeras cosas que te plantean en las empresas cuando van a contratar un curso es «que sea divertido», antes de hablar de cómo va a mejorar el desempeño de la persona. Además, he comprobado que se suele pagar más por el entretenimiento que por formación aplicable a la mejora en la efectividad de la persona en su puesto de trabajo. Vamos, que tampoco me gusta esto del jardín de infancia.
    Un abrazo, Colega.

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