Es innegable que a algunos sí, lo que es discutible es que sea generalizado para toda la población de una ciudad. Cuando los políticos o cualquier otro interesado emite declaraciones del tipo: «Este evento dejará 300 millones de euros» o «el millón de turistas del año pasado nos aportaron más de 1.100 millones de euros»; tendría que demostrar de donde se saca esa cifras o ponerle una buena multa por mentiroso y manipulador. En primer lugar tienen que contar cómo miden el número de visitantes o turistas que vienen a una ciudad, puesto que es muy complicado saberlo con un buen margen de seguridad. El número de los que vienen en tren, avión o se hospedan en hoteles puede conocerse, pero saber cuáles de ellos son turistas es más complicado, pero lo que todavía lo es más es el dinero medio por día que se dejan en la ciudad o zona turística. Lógicamente, los métodos estadísticos están para eso y se puede hacer una predicción que hay que establecer en un rango para no decir falsedades.
Lo que ya es de juzgado de guardia es saber su gasto, sobre todo porque el sector de la hostelería no es el más controlado del mundo y es muy complicado conocer su facturación real cuando hablamos de bares, restaurantes y servicios playeros, apartamentos o habitaciones en alquiler, etcétera. Bueno tenemos que hacer otra aproximación estadística, qué le vamos a hacer. Los organismos que suelen hacer esos cálculos reciben bastantes ayudas y subvencionen y saben perfectamente que variables ponderar.
Cuando una economía mejora a través de su industria manufacturera, la ecuación de mejora está clara y no es temporal, pero ¿cuándo hablamos de la hostelería pasa lo mismo? Claramente no, se trata de empleo temporal, de baja cualificación, mal pagado. Entonces, ¿a quién beneficia el turismo? A la mayoría de los ciudadanos no, a los propietarios de bares, chiringuitos y apartamentos, sí. Bastaría con comprobar si cuando se anuncia un aumento del turismo de un 12% significa un aumento proporcional de los ingresos del IVA de los sectores afectados.
Como estamos en una era que no existe el pensamiento crítico, cualquier estupidez que nos digan nos la creemos sin más, sin pensar y analizar si quiera cómo pueden saber lo que dicen.
El turismo es una gran industria que tiende a crecer a pesar de las crisis, pero debe estructurarse y profesionalizarse a todos los niveles. El turismo masivo y de bajo nivel no interesa, no aporta nada sostenible a una ciudad.
Los que creen que un modelo productivo se cambia a golpe de real decreto, ya les digo que son unos ilusos o unos demagogos, que los sistemas productivos se cambian como sistema que son: primero pones las causas y luego gestionas los efectos.
Sin embargo, hay un turismo que sí es interesante, el turismo de contenidos. La Comunidad Valenciana tiene una gran tradición musical, cientos de poblaciones tienen una banda de música que -ya sé que no es una sinfónica- forma a niños llegando muchos de ellos al conservatorio y en buen número a profesionalizarse. Hay muchos eventos que se podrían constituir alrededor de la música, atrayendo a muchos europeos a venir a nuestra comunidad participando en seminarios, conciertos específicos, disfrutando -también- de nuestra tierra y gastronomía a lo largo de las tres provincias. Este turismo tiene un nivel económico aceptable y se orienta al valor añadido de los contenidos, recomendando a otros la experiencia.
¡Menos bares y más contenidos de valor!