Ayer, poco antes de las 20 horas, mi hija me pidió que le comprará un libro en Amazon que necesitaba y que no lo había encontrado en sus librerías habituales. Hoy, poco antes de las 11 de la mañana ha llegado el libro. En la operación de compra me facilitaban las cuatro diferentes ediciones con distintos precios y la posibilidad del envío gratuito (o casi) a través de Prime. Este nivel de eficiencia me ha hecho reflexionar sobre el tiempo que le queda al pequeño comercio local: poco, muy poco. Sólo como parte de la Omnicanalidad puede permanecer, pero sin estar conectado a grandes cadena no podrá sobrevivir. Es triste porque es algo que nos ha acompañado a lo largo de la vida de los adultos actuales, pero que hay que reconocer que la funcionalidad de los sistemas de distribución modernos es arrolladora: más posibilidades, casi infinitas, con entrega rapidísima y mejores precios, ¿quien puede dar más? Claro que tienen su parte negativa, estamos todos metidos en esa rueda de bajos márgenes y bajos salarios, pero es imparable a fecha de hoy.
Aunque muchas empresas todavía no han llegado a a utilizar varios canales, les quiero anunciar que otras muchas pasaron esa etapa para llegar a convertirse en multicanal, de forma que su estrategia comercial utilizaba los canales de forma coordinada sin competir entre ellos, pero que siguieron avanzando para llegar a la omnicanalidad, de forma que los diferentes canales actúan de forma integrada de tal forma que los clientes ya apenas distinguen con qué canal están interactuando o si lo están haciendo con varios a la vez, que es lo que está pasando. En este formato, ciertos comercios podrían trabajar con las grandes distribuidoras pero debe ser una acción proactiva y tienen que prepararse para ello. Sólo quejarse de lo que nos viene encima no nos lleva a ningún sitio.
Aquella razón logística que tenía el comercio ha desaparecido. Sabían quiénes proveían cada producto, hacían acopio de los productos más vendidos y si no los tenían o no les quedaba, te los pedían. Las nuevas tecnologías -informáticas y del transporte- barrieron ese eslabón de la cadena de valor y ya no hacen falta, o sí, pero ya no le es rentable -al propio eslabón- esa función.
Lo mismo pasa con los bancos, dentro de pocos años, habrá tal número de bajos comerciales libres que las aceras perderán color. Tal vez aparezca un nuevo modelo que vuelva a hacer brillar los escaparates, pero ahora no lo visualizo.
Con frecuencia me da por calcular cuánto tiene que facturar un comercio para generar un margen de contribución que de para los costes fijos y algo de beneficio. Me salen números desorbitados que seguro no pueden alcanzarse. Los números nunca engañan, sólo que si no los haces el final es igual de negro, pero se sufre menos durante el viaje. Si los hicieran antes de comenzar el negocio, seguro que se ahorrarían el disgusto final y dinero.
Por terminar con un mensaje más positivo, veo que los bajos comerciales se vayan utilizando en muchos y diversos servicios a las personas, en algo tendremos que entretenernos…