Me gustan mucho los programas de televisión sobre la construcción de casas singulares o la de construcción de automóviles personalizados. En ellos se puede apreciar -sin ningún lugar a dudas,- cómo los técnicos resuelven los problemas que se les presentan de una forma profesional, bien acabada e ingeniosa. A lo largo de la tarea se les ve sufrir, pelear, desesperarse y -finalmente- encontrar una solución que funciona, se le ve fluir.
Ya saben que el concepto de fluir es ese espacio de tiempo que te pasa volando porque la tarea es de tu gusto, planteándote un reto conseguible y eso aporta una gran satisfacción y un disfrute que te hace perder la noción del tiempo. Mihály Csíkszentmihályi fue quien acuñó su nombre y lo califica como una experiencia óptima.
Todos los profesionales que se dedican a este menester -resolver problemas complejos pero resolubles- son felices, las mañanas les pasa en un rato y no se cansan. Si estas premisas están comprobadas desde hace años, ¿por qué no nos dedicamos a buscar ese tipo de profesiones?
La consultoría debería ser una de ellas, aunque para la mayoría de los consultores no acaba de cumplir con el efecto comentado. Las causas son varias. En principio, la mejora en las empresas -que es el motivo de contratación- puede considerarse dentro de ese grupo de retos resolubles con la capacidad y el esfuerzo de quien lo desarrolla.
Desgraciadamente, el trabajo de consultoría sólo se «fluye» a ratos. La principal causa es la falta de colaboración y disponibilidad del personal en las empresas. Todo se quiere rápido, si puede ser en media hora que no sea una hora. Esa desatención a un trabajo que se ha encargado no es bueno para ninguna de las partes, lo ideal es involucrarse y que todos se sientan parte de un propósito, eso lleva a fluir a todo el equipo. Las sesiones de trabajo se han reducido drásticamente y donde se trabajaba en jornadas completas de ocho horas, ahora sólo tienes dos o tres horas por jornada. Luego las intervenciones se hacen más largas y los costes del trabajo se encarecen por el coste de transporte, las horas ocupadas en el desplazamiento y las ineficacias de tener varios focos en un mismo día.
La mayoría de los consultores se toman el trabajo en los clientes como si fuera en su propia empresa, cuestión que es clave para el éxito final. No podemos olvidar que hay consultoría industrial y artesanal y aunque la mayoría estamos involucrados en esta última, también hay la ejecuta a máquina y -a veces- con robots.
Cuando se forma un equipo mixto de trabajo con empleados y miembros de la empresa consultora, se dedica el tiempo necesario, se ven los resultados periódicamente, se transfieren las metodologías y se trabaja en conjunto, los resultados llegan sobradamente, la mejora se convierte en sostenibles y todos han pasado grandes momentos que les han hecho «fluir», constituyéndose en grandes experiencias profesionales. De eso se trataba, trabajar en retos resolubles para conseguir los resultados.
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