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El indiferenciado comercio actual

MercadoEl número de comercios tradicionales que han cerrado en el último año ha sido bastante alto, sobre todo si consideramos el acumulado desde 2008. Esas tiendas que están en nuestros recuerdos por haber sido proveedores de productos memorables, en momentos clave o de gran resultado en el uso, por las horas que hemos pasado allí, han desaparecido. Las matemáticas para su decisión son sencillas: jubilaciones, pérdida de los alquileres antiguos, pocas ventas y la falta de vocación de los descendientes de los propietarios, hacen que esos comercios hayan echado la persiana.

La cuestión es que ahora caminas por las principales calles comerciales y todas las tiendas parecen iguales, el mismo look, despidiendo un olor característico que quieren que les sirva para diferenciarse, aunque yo sólo aprecio el fresco que sale de sus puertas abiertas. Los comercios actuales -salvo excepciones- no están diferenciados. Aquellas tiendas que tenían las mejores camisas o los mejores prendas de abrigos o los zapatos de mayor calidad, ya no están disponibles. Ahora todo es parecido y la calidad es la justa para la temporada. No quiero negar que este modelo tiene también alguna ventaja, sobre todo en el precio, aunque en alguna cadena ni siquiera eso.

No es de extrañar que la gente ya no compre nada en los centros comerciales, las franquicias están aburriendo al personal. Que nadie se extrañe que acabemos comprando por Internet, si es que es más cómodo y emocional que ir al centro de una ciudad a hacerlo.

Sin embargo, admitiendo que el mundo camina hacia el modelo ecommerce, no puedo más que echar de menos el modelo en el que crecí y estaba basado en la diferenciación comercial, jugando con la calidad, precio, novedad, funcionalidad, exclusividad, etcétera.

Una cosa ha mejorado sin duda, la disponibilidad de las tiendas. Eso es lo queremos los usuarios-compradores, que las tiendas estén abiertas para la diversidad de horarios de la población. El Primark que he conocido fuera de España abre a todas horas incluidos los fines de semana (excepto cuatro o cinco días al año), en España es diferente y los políticos quieren limitar los horarios de apertura por proteger al comercio tradicional y al personal empleado. Están equivocados, no queda comercio tradicional y como son cadenas, si quieren abrir todos los fines de semana tendrán que contratar a más gente, que es lo que realmente queremos todos. Se trata de respetar la voluntad de todos los ciudadanos, no sólo de un pequeño segmento y la gran mayoría queremos comercios abiertos el mayor número de horas posible. Eso crea empleo, se recaudan más impuestos, se facilita las compras para la gente con horarios complicados y -finalmente- es lo que pasa en los países más innovadores en comercio.

El otro día entré en una tienda, la dependienta hablaba por teléfono y no me atendió. Di una cuenta y volví a entrar, seguía hablando por teléfono aunque me pareció otra conversación. Fui hacia el producto que había visto en el escaparate, vi el precio, miré las tallas y, me fui. La dependienta siguió hablando por teléfono…

Esos mensajes de: «Compra en tu barrio» están mal enfocados, sería mejor decir al comercio que mejorase para acercarse a las grandes cadenas y, entonces podríamos hacer el esfuerzo económico de pagar algo más. Pagar más por menos, es excesivo. El comprador es libre.

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2 comentarios en “El indiferenciado comercio actual”

  1. No te lo compro… Evidentemente, los grandes enemigos del comercio de proximidad es la jubilación y la falta de vocación de los descendientes; que si lo vemos desde su punto de vista, es muy lógico: es más fácil ser dependiente que comerciante y se gana lo mismo. Te queda incluir una manifiesta falta de formación en la gente… aquello del «espíritu emprendedor» que cocinamos aquí de mala manera y que, emparte, nos llevó a donde estamos ahora.

    No es un problema de la subida de alquileres (aunque algo sí… evidentemente) ni de horarios (que algo también) ni de que te suban los autónomos (que algo también…). Me refiero a que si es un problema (y, por tanto, tiene solución) la solución no va a venir por ahí.

    Echarle la culpa al cliente que quiere comprar más barato es la justificación fácil. Y no… nadie va a pagar más por lo mismo por mucho que el que te lo venda sea «diferente» (aunque en algunos colectivos eso aún funciona: paradoja! su «diferencia» es la misma que la mía).

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    1. Pues, para no comprarlo, dices casi lo mismo. Son muchas las causas, es evidente, pero antes los comercios estaban muy diferenciados en productos y calidades, ahora todos tienen lo mismo. Basta con pasear, aunque cada uno lo ve con ojos diferentes.

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