¡A buena hora mangas verdes! Veo lícito luchar contra lo que se va a imponer inexorablemente en tu sector y te va a borrar del mapa, especialmente si es un tipo de tienda que tanto me gusta: la librería. Esta competición es una guerra de experiencias de cliente y que incluye la disponibilidad de los libros, el precio, el asesoramiento, la facilidad de acceso, etcétera.
Un libro es un contenido que puede ser electrónico o físico. Personalmente, he pasado por varias épocas como comprador. Prefiero el libro físico, pero he comprado cientos de libros electrónicos y también le encuentro ventajas en algunas circunstancias, por ejemplo, los llevo todos conmigo. Eso sí, escuche una conferencia del editor Lara en la que dijo que el lomo de un libro en una mano aportaba una experiencia imbatible y que nunca sería eliminado por el libro electrónico. No estoy tan seguro como él lo estaba, pero no es lo que estamos analizando.
Soy cliente de Amazon desde el año 96 del siglo pasado y estoy muy satisfecho como cliente, no sólo por su brillante servicio, sino que también por su sistema de información que me ayuda a conocer los libros relacionados y las búsquedas. Buscar un libro concreto en una librería física o investigar sobre un tema con el ánimo de encontrar una gema inesperada, es una gran experiencia. Hay librerías y librerías, en España han habido intentos de crear esas grandes librerías experienciales (al estilo de la Casa del Libro), aunque no han llegado al nivel de la cadena Waterstones, por ejemplo, en la que te apetece pasar toda una tarde y tomar el té a las cinco. Sólo Madrid y Barcelona presentan casos similares.
La noticia no aclaraba cómo se gestiona un proyecto así ni el sistema logístico que lo soportaría, en fin, ya lo dijo Víctor Hugo: «Ni el ejercito más poderoso del mundo puede vencer a una idea a la que le ha llegado su momento». Ya hay impresoras que producen un lubro al momento y en USA hay experimentos comerciales -desde hace años- en editar libros con varios finales y tramas de forma personalizada al comprador-lector, pero será el big data el que personalizará novelas que se ajusten a nuestro perfil, profesión, etapa vital o yo qué sé sobre qué más.
Algunas librerías -acertadamente- han mejorado la experiencia de cliente con tertulias y visitas de los autores. Han hecho bien, pero -con la pandemia- se han paralizado porque a sus seguidores no les gusta la videoconferencia sino la reunión presencial, dejando claro que les apetece sobre todo la relación personal porque la videodonferencia tiene muchas posibilidades que la presencial adolece, por ejemplo, disponer de muchos autores para los que sería complicado desplazarse a una reunión por la tarde-noche y la capacidad de interactuar con personas de muchos lugares distintos.
Me temo que ese proyecto está abocado al fracaso. Amazon es una potencia logística que se ha estado preparando para ser la tienda del mundo y no es posible combatir con ella si sales de la tienda física y quieres ponerte a su nivel. Es mucho mejor ser diferente.
Me sabe mal porque me gusta ir a las librerías. Me gustán los libros y hasta las baldas que los acojen, pero también sentía lo mismo por Kodak. Hablar de libros, de sus autores, de contenidos… ahí está el futuro y, cobrando, eso sí.
Muy buena reflexión Rafa, no estoy del todo de acuerdo contigo, creo que aunque Amazon se lleve la gran parte del mercado, estas librerías tendrán éxito siempre y cuando consigan mantenerse vivas, creo que al final la lucha de los pequeños será por la supervivencia.
Siempre un placer leerte.
Un fuerte abrazo.
Bernardo
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Bernardo, yo espero que las librería a las que voy habitualmente se mantengan, pero deben competir con Amazon en los puntos débiles genéricos que tiene la venta online. Si compiten de plano llevan las de perder. Por ejemplo, el sistema logístico de Amazon es modélico y es muy complicado que 800 librerías con fondos reducidos puedan dar el mismo servicio y, si hay un servicio central que actúa como Amazon, qué pintan los 800 mini almacenes de distribución. La cuestión es por qué no lo han hecho antes. Lo mismo se podría decir de Ikea, no supimos ponernos de acuerdo con los miles de talleres que tenemos en la CV. Desgraciadamente, hay negocios que cumplen su ciclo de vida y desaparecen y es una cuestión inexorable. Hay que buscar un valor añadido que a Amazon no le sea fácil prestar.
El intento de ayudar a las tiendas de barrio está muy bien, pero es poco práctico. Los negocios no sobreviven -como perfectamente sabes- si no son competitivos y consiguen que sus clientes lo vean así. Se están eliminando oficinas bancarias a porrillo y nadie dice nada…
Gracias por comentar, Bernardo. R
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