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¿De verdad que la Inteligencia Artificial podrá sustituir al management personal?

Creía que en la crisis de la subprime ya había quedado claro que cuando los sistemas puros gestionan un mercado sin supervisión humana o supervisados por no expertos en el tema de aplicación, el desastre está asegurado. Los sistemas expertos y la Inteligencia Artificial ya llevan entre nosotros muchos lustros, no la vemos explicítamente porque va integrada en lavadoras, automóviles, robots de cocina y muchos productos electrónicos más. Ahora está de moda y los «cazadores» de subvenciones se han apresurado -una vez más- a incorporar las palabras mágicas a sus proyectos

En esta nueva fase de «pico de expectativas» que se está generando alrededor de la IA, se nos está olvidando que hace muchos años que la inteligencia artificial nos rodea aunque no nos demos cuenta, los electrodomésticos, los robots de cocina, los automóviles y un largo etcétera. El propio coche autónomo es un ejemplo de futuro con pilotos en la actualidad que responden con seguridad y posiblemente con mejor respuesta que el humano, pero nadie debe esperar que un coche autónomo gane el mundial de F1 incluso aunque tenga gran capacidad de aprendizaje. El humano puede reaccionar con respuesta inesperadas de genialidad que un sistema -al menos hoy por hoy- no generará. Para reproducir el gesto natural y simple de capturar una pelota de tenis que nos lancen de una distancia de tres metros, un robot industrial requiere miles y miles de líneas de código para ejecutar la acción de forma humana.

El cerebro humano -con sus peculiaridades- es imprevisible en ciertos momentos, mezcla de reacciones racionales e irracionales, cosa que los sistemas no sufren. Desde el primer auge de los sistemas expertos, quedó claro que la IA puede sustituir al humano en las decisiones repetitivas, que son menos influenciables al entorno del momento y que ejecutarán para lo que fueron programados sin temblarles los bits. Ante esta circunstancia, cabe preguntarse si los sistemas inteligentes podrán sustituir a los directivos humanos.

¿Se imaginan que los sistemas pudieran crear las estrategias óptimas, las mejores para esa empresa en ese momento, con los competidores de ese mercado, etcétera? Sería muy triste, todas las empresas se parecerían cada vez más con la única diferencia del nivel económico disponible para usar un sistema u otro. Complicado. Es cierto que para el control de sistemas -cuando más automatizado esté lo que gobierna, mejor- un sistema inteligente será muy predecible, efectivo y eficiente, pero -si hay personas- lo tendrá más difícil.

Las emociones son la clave. ¿Podrá un sistema -en un futuro- reproducir algo similar? Probablemente sí, es una cuestión de la capacidad de procesamiento y las comunicaciones y esas dos variables mejoran cada año. Sin embargo, la concatenación de varias emociones y la interacción con la de otros, está reservada para los humanos con cerebros mal cableados, es como una placa de ordenados que malfunciona y da resultados inesperados. ¡Claro, estamos hablando de la genialidad y de la intuición! Eso por lo que reaccionamos de manera que ni nosotros mismos nos explicamos.

No sería de extrañar que cada manager tenga su propio sistema inteligente para las tareas y análisis repetitivo que obedece a las técnicas u otros sistemas que le aporten información en tiempo real, agregada y preparada para facilitar la toma de decisiones en el momento, pero la IA no llegará a determinar lo que le hizo Romario a Rafa Alkorta con aquella «cola de vaca», eso está fuera de toda lógica.

Trabajar con alguien o algo que nunca se equivoca es un rollazo y no se puede aprender nada, cualquiera de ellos -ya sea humano o sistema- son autónomos y poco sociables. Por lo tanto, se necesitarán menos managers, pero la diferencia entre los buenos y los muy buenos, seguirá siendo humana. Si no fuera así, yo no quiero estar en ese mundo…

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