¡Cómo somos las personas! Hace un tiempo comentábamos -ante el auge de la videoconferencia y los webinars- que no era muy educado estar escuchando a ponente con la cámara apagada, ese es un recurso si tienes que ausentarte un momento o te entra una llamada mientras escuchas, pero que el ponente esté siendo contemplado y que el resto pueda estar con la cámara apagada, no es de recibo. Todos lo hemos hecho alguna vez, yo también, pero cuando te percatas de la situación debes atender los eventos permitiendo al ponente o al profesor ver la cara de los alumnos o asistentes y comprobar su nivel de cansancio o, simplemente, por educación.
Hay otra circunstancia que es más fea todavía, es estar grabando al ponente o profesor sin haber pedido permiso. Esta autorización no es sólo por educación, es también por respetar los derechos de propiedad. Hace algunos años, en mis primeras videoconferencias con un cliente que fue quien me introdujo en el recurso, aprecié que el sistema me indicaba que la sesión estaba siendo grabada y pregunté: «¿Me estáis grabando?» Y me respondieron: «¡No!», la verdad es que sí me estaban grabando (el sistema no miente), pero con la única intención de tener los comentarios y las transparencias que exponía. La cuestión es que ambas cosas eran de mi propiedad y no podían ser grabadas sin mi licencia.
En el caso que he comentado no había mala intención, pero he sufrido otros casos en los que la grabación tampoco tenía mala intención, pero me creaba una potencial pérdida económica o lucro cesante. Cuando aclaré si me habían grabado me respondieron que sí y que lo habían hecho para los profesionales que entrasen en la empresa pasaran por el curso, olvidando que yo me dedicaba a esto y que repetir un curso en la misma empresa me viene muy bien. Yo no vendo el curso, yo vendo la impartición del mismo. Tengo que decir que, cuando lo comenté, al menos, pareció que lo entendían.
Como la grabación -si eres tú el que convocas- está controlada, en algunos casos hay un asistente que no enciende su cámara con el único propósito de grabar un video de los slides y las explicaciones. Eso ya no es asumible, aunque sea para uso interno.
Tratándose de un recurso relativamente nuevo en su uso por la mayoría, no tenemos claro los normas prácticas generalmente aceptadas, pero hay que ir conociéndolas y basta con pensar lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros.
Siempre recuerdo aquel día en la que un asistente de una empresa cliente -entonces en otra empresa- a un curso presencial soportado por slides de Powerpoint, me llamó para fuera a ver una presentación suya en la que utilizó mis slides manteniendo mis logos e información personal- El motivo de su convocatoria era para que viera lo que le gustó mi presentación y que esa era la causa de su aprovechamiento. Claro, no había mala intención, pero no tenía claro otros conceptos.