La economía tiene una serie de industrias que sacan nuevos conceptos cada año y lo hacen porque está en su naturaleza, viven de eso. La consultoría, la edición de libros, la formación y algunos más. El trabajo en equipo fue uno de esos mantras que alguien sacó en su momento y que permanecen en el mercado como uno de esos ideales a conseguir. Las metodologías ágiles, la calidad total, el Kaizen y no sé cuantas metodologías más se orientan a conseguir que los empleados trabajen sinérgicamente en aras a conseguir más output, pero, ¿cuántos equipos conoce usted que trabajen como tales? La verdad es que pocos, muy pocos. Muchos recuerdan haber trabajado en trabajos en equipo en el instituto o en la universidad y saben los que pasó.
Es consustancial al ser humano. El egoísmo, la envidia, la competitividad, la presencia de lobos solitarios, los trepas, la holgazanería de algunos, la histórica falta de orientación a trabajar así desde la escuela, etcétera, impiden que se desarrolle el trabajo en equipo en las empresas, puesto que se necesita a alguien que mueva esas palancas, se formen y eduquen en las metodologías y sean recompensados por conseguir más resultados y renuncien al protagonismo personal.
¿Conoce algún grupo de ventas que trabaje en equipo? Seguro que no, al menos, más allá del nombre «equipo de ventas». Cada uno va a la suya y en buena parte de ellos, si se encuentran la oportunidad de colaborar con un compañero, no lo hacen. Lo mismo pasa en todas las áreas funcionales, desde la dirección hasta en el taller y no es que no se pueda, he visto verdaderos equipos de trabajo en la Ford en los que los equipos se forman para el ensamblaje de las unidades con ese formato, con medidas del rendimiento que se premian si se consiguen y todos hacen de todo en tal de llegar a la meta. También conozco equipos de proyectos de software que colaboran entre sí, pero hay que ir puliéndolos hasta que se sean compatibles todos los miembros.
La verdad es que se puede llegar a formar equipos en ciertas áreas de la empresa, pero no hay que despreciar a los «lobos solitarios», esos profesionales que trabajan mejor solos y que llegan más lejos que los equipos, aunque de forma más aleatoria, menos estructurada y con más posibilidades de fracaso, pero de más éxito cuando aciertan.
Lo podemos ver en los equipos deportivos. Cuando se funciona como una máquina es porque las figuras han desaparecido y los perfiles sobresalientes apenas destacan. Con fenómenos es complicado hacer un equipo, aunque cada vez que les llegue la pelota habrá una ocasión de marcar. Por eso, con perfiles igualados es más fácil que con perfiles muy diferenciados donde se crearán camarillas a su alrededor y liderar los equipos estará siempre en disputa.
El ser humano ha cazado en equipo desde sus inicios, lo sigue haciendo en aquellas regiones del mundo en las que el desarrollo no ha hecho acto de presencia, pero en las empresas actuales no es común o yo no me los he encontrado. Tal vez, los humanos nos unamos más fácilmente en los tiempos complicados, pero queremos actuar con más independencia cuando llegan los buenos tiempos. Algo llevamos en el ADN que no facilita la acción en equipo, tal vez sea un gen ibérico.